México vs. EUA: capacidades judiciales

A mediados de los años 80, Italia enjuició a unos 500 mafiosos. Este macrojuicio costó la vida de jueces, fiscales y policías. Desde entonces, hemos comprendido y perseguido a las organizaciones criminales como cuerpos delictivos colectivos, no individuales.

México hasta antes de la Elección Judicial, tuvo la capacidad legal de implementar no uno, sino todos los maxi-procesos necesarios para someter a los cárteles que operan en nuestro territorio.

El Poder Judicial de la Federación (PJF), formó personal judicial especializado durante 30 años, mediante rigurosos exámenes de oposición, bien remunerados y con años de experiencia escalonada. No es casualidad que el Estado mexicano le confíe exclusivamente la aplicación de la ley contra la delincuencia organizada. Fuimos custodios de todos los derechos humanos frente a actos y omisiones del gobierno.

Para el sistema anglosajón, todo esto es extraño. Su sistema judicial opera con pocos funcionarios, no produce una carrera judicial ni académica. La colegiación de abogados hace que la función judicial y de defensa sea natural, común y horizontal. Nosotros, de tradición romana, documentamos extensamente los juicios, requerimos ejércitos de funcionarios. Nuestros litigantes carecen de control por parte de colegios, no hay una comunidad jurídica uniforme entre jueces y abogados litigantes.

Otra diferencia es cómo se concibe el derecho. En Estados Unidos, el derecho es acción, demanda concreta, su sistema judicial conduce a una independencia judicial fáctica, pragmática y rigurosa (imparcialidad). En México, el derecho es primero un concepto, congruencia formal con la ley escrita, y solo después tutela concreta. La Independencia Judicial en México es menos fáctica y más rigurosa: la imparcialidad del juez está condicionada a que su sentencia se apegue al canon legal; de no ser así, debe corregirse. Por ello, México tiene alta tasa de impugnación en sus juicios, a diferencia de Estados Unidos.

Quizá solo en Justicia Federal, México y Estados Unidos tenían capacidades judiciales semejantes, la dificultad de corromper jueces y magistrados federales. En México, esto se explica no por colegios que controlan y estandarizan la profesión, sino por el prestigio de la carrera judicial.

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