Diario de un Juzgador en Campaña

Día 4 – Un caso de víctimas.

Día 4

Un niño fue torturado sistemática y brutalmente por su padre. Lo golpeaba en la cara, manos, pies, nalgas, espalda, cintura, estómago. Lo mordía, lo cortaba,  azotaba su cabeza contra la pared, apretaba su cuello, lo quemaba con cigarros, le daba de comer una vez al día, aventaba su comida al piso, lo obligaba a recolectar basura de contenedores, lo bañaba en el patio con agua fría, le ponía objetos pesados sobre su cabeza, manos y piernas. En las noches, lo agredía sexualmente.

Al llegar al albergue del DIF, su situación física y mental era deplorable: flaco, pálido, introvertido, inseguro, sin pelo, con cicatrices en cara, cuello, brazos y espalda, con hongos en su cuerpo, laceraciones y quemaduras en sus partes. No dormía, mostraba tristeza y evasión, no quería hablar sobre los hechos.

El padre agresor, drogadicto y sin trabajo, golpeaba, insultaba y agredía tanto a la madre como a los demás hijos (6). Amenazados, los mandaba a “pepenar” en contenedores para comprar droga. Siempre agresivo.

La madre estudió hasta primaria, cocinera, trabajaba de las 6:00 a las 23:00 horas. Tenía un ingreso mensual: $5,200.00. Además de proveedora única, atendía la casa, apenas dormía, su situación era de pobreza extrema, la casa que habitaba no tenía puerta. También era abusada sexualmente, golpeada y agredida por el sujeto. No hablaba sobre la violencia familiar por temor y miedo. Estaba amenazada con que, si lo denunciaba, iba a matarla al igual que a hijos. Fue ella quien llevó a su hijo al DIF por los tratos del padre.

La Fiscalía, calificó a la madre como presunta criminal: la acusó de los delitos que cometió el padre, por omisión, no ayudar a su hijo y permitir las agresiones. Encausó la maquinaria judicial para privarla de su libertad utilizando argumentos basados en estereotipos de madre ejemplar y heroica, como que “una madre está al cuidado de su hijo”, “hasta un animal protege a sus crías y ella no lo hizo”, “que ella era muy buena para defenderse” yque “¿cómo era posible que una persona permitiera la sobajes de su hijo”.

Quisiera escribir ahora que esta mujer fue absuelta y liberada. Eso no pasó, los argumentos de condena fueron sólidos, como eran los míos para poder absolverla. Excede esta nota contarlos; puedo decir que fue condenada después de un debate jurídico intenso y amplio.

Mi trabajo como Magistrado en muchas ocasiones no consiste en tener la razón, sino en convertirme en portavoz del dolor, frustración y pérdidas de los demás. Justicia es escuchar, traducir, dejar constancia.

Querido diario: ojalá redes, tik toks vean que la Justicia es algo doloroso para muchas personas. La Justicia no debe banalizarse, veámosla de frente, discutamos su contexto, sobre todo escuchemos con atención al otro.

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