No surprises.
Mi hija tiene 16 años, comparte mi gusto por Radiohead. Nunca lo escuchó conmigo. Un día la encontré cantando “No surprises”, una de las canciones más bellas de Tom Yorke.
Melodía con escasa letra sobre la parafernalia del mundo. Según mi traducción, trata de un sujeto aturdido, frustrado por su sociedad, su gobierno, todo el ruido. Implora guarden silencio, lo dejen con su final, sus dolores, que no haya más sorpresas que lo saquen de lo que vive.
Los mexicanos estamos en ese trance: que acabe la elección judicial, ¡apaguen el espectáculo! la estridencia fundida en la voz de Yorke, en su plegaria contra la insoportable realidad.
Elección judicial es contradicción, incertidumbre, hastío, farsa. Pero esa es nuestra realidad.
Decidí participar sin más voz que la que ignoraron en mis pares, no pretendo legitimar ni aceptar nada. Simplemente ese fue mi camino. Una estrofa de un poema lo aclara todo.
El Camino no elegido (Robert Frost)
“…dos caminos se abrían en un bosque, elegí…
elegí el menos transitado de ambos,
Y eso supuso toda la diferencia”.
Tuve la opción de declinar, no contender en elección, dejar más de 20 años de trabajo, mi vida y oficio como juzgador. El otro camino era la elección judicial Casi todos mis pares declinaron. Si seguimos al poema, entre dos opciones, elegir la propia es lo único que quizá tenga sentido. Por cierto, el camino lo podemos elegir, el destino no.
Querido diario: ….silence….
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